LEONARDO PADURA

Leonardo PaduraO xurado do premio Princesa de Asturias de literatura, acordou onte concederlle o galardón, na edición deste ano, ao escritor cubano, nacido na Habana, Leonardo Padura. Competía Leonardo con outros candidatos, entre os que estaba Adonis, tan querido destas páxinas.

Calquera que fose o designado, entre os escollidos, sería bo, pero nos tempos que corren, instalados na dialéctica do terror, da confrontación, dos conceptos grosos, na falta de matices, na guerra como única opción, Adonis non só supón unha escolla literaria extraordinaria, senón que, ademais, permite tender pontes entre dous mundos cada vez máis afastados.

Porén, celebro a designación de Leonardo, creador do detective Mario Conde. Tamén esta é escolla vinculada a procesos políticos, como o é esa nova relación de Cuba co mundo capitalista. A primeira novela de Padura na que aparece o detective, -que a min moito me lembra a Pepe Carbalho, de Vázquez Montalbán-, é de 1991, coincidindo co esplendor e ocaso do banqueiro.

Deixo aquí este artigo, publicado onte mesmo pola axencia Sputnik e que eu recollo da edición de hoxe do diario dixital El Público, artigo que me parece lúcido e que expresa moi ben o que significa escribir unha novela. Vén moi a conto aquí, ademais, por esa referencia final que fai pensar na galeguidade da lectora cega Guadalupe Iglesias, e que expresa a familiaridade con que nos acolle e trata Leonardo.

LEONARDO PADURA
Premio Princesa de Asturias de las Letras 2015

Hemingway, que a lo largo de su vida dijo tantas tonterías que se han hecho célebres (como aquella historia del editor del Toronto Star que lanzaba máquinas de escribir por la ventana del periódico), también expresó algunas de las grandes verdades del oficio de escritor, sin haberse propuesto nunca (afortunadamente) teorizar sobre el arte de la escritura, sino más bien sobre la experiencia del trabajo con las palabras y las historias.

Fue el autor de El viejo y el mar quien advirtió con mayor claridad del peligro que representa para el novelista, en un determinado momento de su carrera, depender del oficio periodístico, tan absorbente y devorador. Fue también quien comparó la novela con un iceberg, que apenas muestra una octava parte de su volumen, pero que debe sostenerse sobre las otras siete que están sumergidas. Y resulto ser Hemingway quien formuló, con similar certeza, una de las más dramáticas realidades del trabajo del novelista, cuando aseguró que en la medida en que el estudio de trabajo pueden garantizar la satisfacción de esa necesidad. Fuera escritor avanza en su labor a lo largo del tiempo, se va quedando solo. Y no por una maldición intrínseca a su tarea, sino por una necesidad: la soledad es indispensable para el trabajo del novelista, y debe buscarla u olvidarse de lo que pretende ser.

García Márquez, que solía acuñar también este tipo de frases rotundas, aunque con la levedad y la gracia de un hombre del Caribe, decía al respecto que el mejor lugar para vivir un escritor es un burdel: fiesta en la noche y silencio sepulcral en las mañanas. O lo que es lo mismo: distracción sin compromiso y soledad para el trabajo.Cuando se escribe una novela las exigencias de concentración del escritor deben alcanzar sus máximos niveles, y únicamente la soledad del estudio deben quedar muchas de las atracciones o distracciones del mundo, sin que eso signifique que el individuo que escribe novelas deba ser un anacoreta (como lo fue Onetti durante años), pues de su contacto con su realidad surge o puede surgir una parte de su alimento literario.

En el mundo contemporáneo tal imperativo del oficio de novelista es cada vez más difícil de obtener. Los compromisos promocionales y sociales, las exigencias económicas y las peticiones personales ocupan un tiempo precioso aunque a la vez necesario para una labor que se inicia en el estudio de trabajo pero que se materializa en la librería a la que llega un lector y, entre cientos, miles de ofertas que abarrotan los estantes, decide comprar un libro determinado… ¿Cómo se llega a ese lector? ¿Quién es ese lector?

Las presentaciones de libros en ferias y diversos tipos de eventos promocionales suelen colocar al escritor necesitado de soledad en un escenario donde forma parte de un espectáculo indispensable, pues si no promueve y vende sus libros, difícilmente podrá aspirar a un poco de soledad para escribir, pues tendrá que gastarse y desgastarse en otras labores de las cuales arañar el sustento. Pero esos eventos públicos suelen tener una importante gratificación –al menos así lo asumo yo-: el encuentro personal con el lector, esa posibilidad de ponerle rostro y voz a ese ser difuso y múltiple para el que, en definitiva, uno se encierra durante horas, a lo largo de meses y años, para escribir la novela que, así lo espera, será leída por… ese lector que se acerca y nos pide una firma o algo más.

Cuando ese ente casi abstracto e imprescindible que es lector se materializa e individualiza frente al escritor y le elogia su trabajo, todas las semanas y meses de soledad a que ha debido someterse el escritor cobran su mejor y más amable sentido… Pero cuando ese lector, apenas dichas las primeras palabras se convierte en alguien singular (por lo que dice como lector, por lo que es como persona, por lo que representa como individuo) entonces se abre un mundo de conexiones y posibilidades a los que nunca, en la soledad del estudio de trabajo, pensó llegar al escritor.

Algo así es lo que me ha ocurrido recientemente en Madrid cuando en una presentación de mis libros se me acercó una señora, ciega, y me dijo que era una gran admiradora de mis libros y que mi novela Herejes había sido la última selección del club de lectores ciegos al que pertenece. De inmediato supe que Guadalupe Iglesias no era un lector más, deseoso de un breve diálogo con un escritor, sino alguien especial… que resultó ser muy especial.

De aquel breve encuentro con Guadalupe, surgió un compromiso: asistir a una tertulia con el Club de Lectura del grupo Retina Madrid (que forma parte de la Fundación Retina España) compuesto por personas afectadas por diversas afectaciones de la retina que les provocan ceguera parcial o total, como es el caso de Guadalupe.

Pocas veces en mi vida de escritor –que se va haciendo larga, mientras pierdo pelo y se me oxidan las rodillas- he tenido un encuentro tan cálido y cercano como el que, en medio de decenas de compromisos y trabajos, al fin efectué con este club de lectores en el restaurante madrileño Rías Baixas. Pocas veces he conversado con lectores tan ávidos y apasionados, que han hecho de la literatura una de las formas de comunicarse con un mundo a cuyo acceso se han visto limitados por la pérdida parcial o total de la visión… Pero, sobre todo, pocas veces he estado con gentes con tantos deseos de vivir y de encontrar la plenitud del disfrute de la belleza del mundo como entre estas personas ciegas que leen libros, asisten a cines y museos, viajan por el mundo pues no se han dejado derrotar por la adversidad de un terrible padecimiento.

Si alguna vez he sentido que la soledad de mi trabajo, las dudas desgarradoras del proceso de creación, los temores de todo tipo que anteceden y preceden a mis partos literarios han tenido algún sentido, una invaluable recompensa, ocurrió en esa noche, en un restaurante gallego, con un grupo de lectores ciegos, voraces y suspicaces, que para completar el ensalmo de una noche definitivamente mágica, casi literaria, efectuaron la ceremonia de la queimada del aguardiente, con el tradicional pronunciamiento del conjuro de las brujas… hecho por una Guadalupe Iglesias vital e invencible, vestida de meiga (bruja) gallega para celebrar y brindar por la vida y por los libros.

Advertisement

POEMAS DE NOVA YORK (I)

Cando regresamos de Nova York, en outubro do pasado ano, contei aquí que traía os bosquexos de dez poemas que pensaba traballar e darlles tensión ata ver que daban de si. Os poemas quedaron listos en xaneiro e algunhas amigas e amigos xa os coñecen. Prometín, daquela, publicalos aquí. Fun demorando porque tiña dúbidas. Porén, o meu amigo Antonio García Teijeiro vén de publicar unha entrada no seu blog, Versos e aloumiños, no que inclúe catro. A cousa tivo a súa sorpresa para min, porque coñecendo os textos, Antonio non me advertiu de que os publicaría. Non sei polo que, cando me comentou e pediu autorización para facer unha entrada na que os comentaría, eu pensei que falaría deles, pero nada máis. Agora non podo menos que emocionarme e sentir algo de vergoña allea por ler como pon a dialogar os meus versos cos de Federico García Lorca, pero así é Antonio. Deixo a entrada por se alguén ten curiosidade.

http://garciateijeiro.blogspot.com.es/2015/03/paseos-poeticos-xi-con-federico-garcia.html

É certo que antes, durante e despois da viaxe, lin varios autores máis ou menos queridos, máis ou menos coñecidos, con libros ou poemas referidos a Nova York. Dende logo Poeta en Nueva York, de Lorca; tamén Epitafio para Nueva York, de Adonis; Nueva York después de muerto, de Antonio Hernández (o último premio Nacional de poesía 2014); Cuaderno de Nueva York, de Pepe Hierro; e os nosos Luís Seoane e Celso Emilio Ferreiro, amais dos debuxos de Castelao. E claro, Walt Whitman.

En cada un dos dez poemas pódese atopar pegada dalgún deles. Eu vou iniciar a entrega con este Strangers in the nigth, relacionado con NEW YORK -oficina y denuncia-, o primeiro da VII parte, Vuelta a la ciudad, de Poeta en Nueva York.

STRANGERS IN THE NIGTH

Cada día Nova York sacrifica á deusa milleiros de pombas,
millóns de vacas e de porcos, de polos e de soños.
Cada amencer milleiros de parrulos e de pavos sen pluma xiran no carrusel das rúas,
do shoping, do restaurante chinés, do menú económico. Cada mañá, o peixe
vólvese abelorio.
O polo sen oso dentro do parrulo sen oso, dentro do pavo. Turducken,
velaí a metáfora do imperio. As cousas, cando procuran a orde, desvelan o baleiro,
e cada noite, millóns de ratas roldan os corpos dos mendigos,
dos desafiuzados. Millóns de ratas penetran nas cuncas desorbitadas pola sombra,
espantan os gatos, corricando por entre as bolsas de lixo negras e brancas
que gardan os restos dos millóns de vacas, porcos, pavos,
polos, peixes, parrulos e pombas que cada día se ofrecen en festín sen mácula.
No gume do estrés as ratas seleccionan os restos orgánicos e a memoria dos vencidos.
Escollen o aguacate,
a persea americana que chega dende o sur, empoleirada nos pómulos da besta.
Froito ou onda invencible de pel escura e de palabras.
As ratas perforan o plástico e penetran no corazón do esterco. O estrés non lles impide
escoitar o alento dos homes lixo, os pasos, o motor do camión, as voces,
o ruxe ruxe das lembranzas. Os pasos e as palabras teñen a pel escura do aguacate
e soñan en inglés, confiando na bondade do imperio que os redimirá da noite,
do infortunio das ratas, da saudade,
do sacrificio matinal do abelorio e da carne.
Yes I can, repiten. I can, I want, I like. I want, I can, I like.
Salmodia do deserto.
Os desterrados percorren as rúas convivindo co estrés,
co rillar das sombras.

NOVA YORK 1: CIDADE POÉTICA

negro castelaoO día 26 de xullo de 1938, Castelao e Virxinia, a súa dona, chegan a Nova York, a bordo do buque Ille de France no que embarcaran en Le Havre. Nese ano e no seguinte, a vida vainos levar de Nova York a Cuba, con regreso á cidade dos rañaceos. Tamén viaxan polos Estados Unidos procurando apoio para a República. Entre Cuba e Nova York Castelao vai pintar a súa serie de debuxos de negros, o que lle valerá ser nomeado Presidente Honorario da Federación Mundial de Sociedades de Negros, cousa que a min sempre me chamou a atención. Este é o debuxo máis coñecido dos realizados en Nova York.

A min paréceme advertir un aire lorquiano nesta imaxe, como o advirto na serie cubana:

Odian la sombra del pájaro
sobre el pleamar de la blanca mejilla
y el conflicto de luz y viento
en el salón de la nieve fría. 

Di Lorca no poema Norma y paraíso de los negros, no capítulo Los Negros, do libro Poeta en Nueva York.

Con Lorca dialoga tamén Adonis, no seu libro Epitafio para Nueva York, escrito en 1971 polo autor sirio, novidade editorial recente, xa que hai pouco Nórdicalibros ofreceu aos lectores unha nova versión en castelán, en tradución e con limiar de Federico Arbós.

Tanto Adonis como Lorca ofrecen unha visión complexa desa cidade que ao tempo fascina e altera, atrapa e distancia. Admírame, tamén, a capacidade profética de Adonis, que 30 anos antes do 2001 escribía:

¡Desmoronaos, estatuas de la libertad! ¡Ay, alfileres clavados en el
pecho con una ciencia que imita la sabiduría de las rosas! El viento
sopla otra vez desde el Oriente y arranca la lona de las tinieblas
y los rascacielos.
Y hay dos alas que escriben:
Un nuevo alfabeto se alza en los montes de Occidente.
Y el sol nace de un árbol del huerto de Jersualén.

 

Borraxeira en NY

Borraxeira en NY

Veño con dez poemas iniciados no meu caderno. Dez poemas sobre a cidade, ambivalentes, críticos e fascinados. Fáltalles moito para ser algo que se poida compartir aquí, pero si é certo que neles procuro dialogar con Castelao, Adonis, Lorca e, tamén con Pepe Hierro, que escribira aquel fantástico Cuaderno de Nueva York. Todos foron visitas que busquei nos días anteriores á viaxe. O meu amigo Manuel Álvarez Torneiro, xurado este ano do premio Nacional de poesía, por ser o gañador da pasada edición, faloume das virtudes do libro Nueva York antes de muerto, de Antonio Hernández, gañador deste ano. Como non o atopei, fixen o pedido en libraría antes de nos ir, pero non chegou a tempo e aínda segue sen chegar, que falei hoxe mesmo coa libraría, pero quixera que tamén ese fose texto que se incorporase ao diálogo que pretendo. En calquera caso, deixo aquí estes versos de Pepe Hierro:

La geometría de New York se arruga,
se reblandece como una medusa,
se curva, oscila, asciende, lo mismo que un tornado
vertiginosa y salomónica. 

Visitamos dúas das librarías máis singulares da cidade, a Strand, sobre Broadway e a Barnes & Nobel, en Unión Sqare. Nelas merquei dous libros de dúas poetas descoñecidas para min e que procurarei ir descubrindo no meu rudimentario inglés: Sailing the Edge, de Anne Mackay e The moon is always female de Marge Piercy. Anne naceu en Nova York, Marge en Detroit.

Na sección de poesía da Strand

Na sección de poesía da Strand

Arredor de todo este universo poético, os participantes no The Americas poetry festival of New York 2014, fomos tecendo fíos invisibles, afinidades e complicidades, redes de convivencia, ao tempo que debullabamos os nosos propios versos.

A cotío, a poesía dialoga coa música. En realidade, a poesía case sempre é música, base rítmica con significado, que escribiu Gamoneda. Non sei se haberá unha peza musical que represente máis a Nova York, pero aquí deixo esta versión de Bernstein da composición Rhapsody in Blue de George Gershwin, que ten o seu lugar no libro de Pepe Hierro.

(Hoxe todas as imaxes, agás o debuxo de Castelao e o vídeo, son de Maribel.

ESCRIBIR

Volvo ao libro Singulares de Adonis, o poeta sirio, residente en París, na edición publicada por Linteo, a editorial de Ourense, en tradución de Trino Cruz e Khalid Raissouni.

Volvo ao penúltimo poema dese libro, no que Adonis tenta explicar que escribe e que non escribe. Dinos, por exemplo, que escribe cousas que non se escriben fóra do costume e do que se di, pero que, ao cabo, non é el quen as escribe. Logo o poema constrúese sobre estrofas nas que nos di o que non escribe. Afirma, entón, que delira sobre o seu ser e a súa grandeza, fala daquilo que o domina e cara onde o leva o corpo. Enumerando o que non escribe, confesa que cada vez que procura aclarar algo non fai máis que aumentar a ambigüidade. O poema é moi fermoso, sobre todo cando di cousas como esta: Eu non escribo, eu vólvome xerar nunha nova alegría.

Cada vez que regreso a este texto, dáme por pensar nas razóns que me levan a escribir a min. Lembro, entón, que pasei varios anos da vida tentando deixar de facelo, ata que me decatei da inutilidade desa teima, porque só aceptándome e deixándome levar por esa paixón, podería atopar algo de acougo. Por que escribo?

Adonis

Dei varias razóns ao longo do tempo. Nalgún momento dixen que era por comunicar e compartir, cousa posible. Tamén fixen miña aquela frase, coido que de García Márquez, de que un escribe para que o queiran. Como frase non está mal, pero esa non é razón última, sobre todo cando un non é autor de éxito e non percibe ese cariño máis alá do círculo íntimo das amizades, que xa me quererían pola amizade en si, aínda sen escribir, como quero eu aos meus amigos escriban, canten, bailen, ou non. Ademais, postos a procurar agarimo, mellor sería colaborar cunha ONG ou formar parte dunha sociedade filantrópica.

Cheguei a pensar, tamén que escribía para min, só para min, por exorcizar pantasmas, por aforrar no psiquiatra, por me concentrar nunha distracción que ofrecese, ato tempo, a posibilidade de transcender as horas que nos tocan, razón esta que quizais si alente nun substrato fondo de moitos dos que escribimos. Pero non é iso, ou non é ese o núcleo da cuestión.

Crear mundos, recuperar a memoria da estirpe e da tribo, botar algo de luz sobre os misterios, poñer a palabra ao servizo do que creo xusto, tamén cismei e algo de todo iso hai, pero non só. Por cartos, non, de ser por iso, a saída, dende hai tempo, sería o abandono.

Dende neno, dende que leo, son consciente de que hai momentos, infrecuentes, pero posibles, na lectura dunha historia ou dun poema, nos que sinto unha emoción que me conmove. Esa emoción trasládame a un tempo da nenez na que eu era un ser inocente que se deixaba coidar e querer polos seus, en particular polo meu padriño, meu pai e miña nai. Lembro algúns momentos ou ritos repetidos dese coidado nos que sentía algo, acaso un son mineral, unha expansión, que me enchía o peito e saía de min como unha alegría silenciosa ou un pracer incomunicable que me mareaba. Non duraba moito, pero si se repetía cada domingo cando meu padriño me limpaba os zapatos, cando meu pai me levaba á sesión infantil do cine, cando miña nai me bañaba no gran balde de zinc, logo de quentar o aseo con alcohol de queimar.

garza haikuCo paso dos anos, o máis semellante a aquela sensación atopeino no gozo deses libros aos que me refiro. Na lectura, a sensación era semellante á da nenez, pero eu tiña máis idade e adoitaba ou adoito pensar que nese lampo interior, que agora é lampo e non sentimento mineral, hai algo de iluminación e de felicidade, algo fráxil, sutil e efémero, que ten un efecto liberador. Hoxe dáme por pensar que escribo por conseguir vivir e ofrecerlle aos demais un momento así. Un só. Por experiencia sei que iso unicamente se atopa na brevidade dun verso ou nun parágrafo extraviado na selva de palabras dunha novela.

Se acepto iso, xorde outra pregunta. Por que escribo ou escribimos tanto? Non sería mellor traballar en silencio, escribir só o xusto, verso a verso, procurando a conxunción de palabras que faga posible ese instante de maxia e de misterio. Bastaría ser como Matsuo Basho, quen consideraba que “aquel que crea entre tres e cinco haikus durante a súa vida é un poeta de haiku. Quen chega a dez é un mestre”. Dez haikus, trinta versos, cento setenta sílabas. Este é un haiku seu, aínda que na tradución perde a exactitude da medida.

Este camiño
xa ninguén o percorre
agás o crepúsculo.

Si, podería bastar a contención e a procura do equilibrio e escribir un só haiku que emocione; aínda que acaso ese esforzo e ese exceso de escribir responda tamén a esa pulsión, e esta sexa a razón íntima do exceso verbal. Escribir e escribir moito, actividade fabril e febril, na crenza, acaso errada, de que entre moitas páxinas, tantos parágrafos e estrofas, tantas frases e versos, acaso un, so un, se cadra por azar, acade esa felicidade. Escribir milleiros de palabras como quen debuxa nubes de estorniños, soñando con algún que se salve dos depredadores, que acade a perfección. Penso, ás veces, que ese esforzo compensase unha vida.  Pero como saber cumprido o soño?

ADONIS EN POETAS DI(N)VERSOS

Foi onte, pasadas as oito e media do serán, da man de Yolanda Castaño, con Manuel Álvarez Torneiro e con Adonis. Sabiamos do poeta sirio que viviu en Beirut e que hoxe reside en Francia. Leramos versos seus, celebráramos que a editorial Linteo de Ourense, acordase publicar o libro Singulares, na súa extraordinaria colección de poesía.

O recital foi unha festa, primeiro Torneiro, debullando versos de catro dos seus libros, entre eles os dous últimos, o premiado Os ángulos da brasa, que lle valeu o premio Nacional de poesía e o presentado hai catro días Onde nunca é mañá.

Logo Adonis con Yolanda, nun xogo de complicidades. Non sabemos se recitou, se declamou, se interpretou, se cantou. Escoitar os poemas na súa lingua, a diferencia de son do aire nos pulmóns, no esófago, na gorxa, na boca, o ritmo case canción, a forza e a dozura, a delicadeza e o espasmo, o verso coma vento, foi un agasallo que non esquecerei. O traballo de Yolanda como tradutora e como recitadora dos versos de Ali Ahmad Said, extraordinario.

Ali Ali, Xan Arias e eu tivemos ocasión de agasallarlle un exemplar de Suleiman y Salúa, publicado por Trifolium, a editorial de Xan, que inclúe edición en árabe. Grande foi a súa sorpresa ao descubrir que había entre o público un sirio coma el, non podendo ocultar a súa alegría. Falaron entre eles, pero non teño nin idea de que se dixeron.

Adonis con Eva Veiga

Adonis con Eva Veiga

Deixo aquí estes versos. O primeiro poema, “Rapsoda” é tradución de Yolanda. Os outros son cousa miña, traducidos, iso si, dende unha versión en castelán. O primeiro poema que eu coñecín del foi a “Homenaxe ao vento e ás árbores” ao que pertence o fragmento que vai en segundo lugar. O terceiro titúlase “Na sombra das cousas”:

Xáctase o bosque inexpugnable
dos lobos que devastan o cerco que o protexe.
Por que entolece o ceo, cando a pedra se alza
e guinda unha rosa baixo a súa fiestra?
Saíde, lobos da tolemia, e dicide: Sexa a paz.
Benestar que fai rodar a súa herdanza
pola senda de Xerusalén ou A Meca,
ovella que non ten máis patrimonio
ca un año perdido.
Humanidade que camiña cara o seu Señor
cun pé na terra e outro
no ceo. Fato de roxelos.
A esfera de Deus escribe a súa historia con tinta
que non é senón sangue.
Por que non abandona a terra a súa quimera?

 

O vento pousa a man dereita
no ombreiro da rosa
e mete a esquerda no peto:
vento ladrón do recendo.

 

Eu prefiro quedarme na penumbra;
quedarme no secreto das cousas.
Gústame introducirme nas criaturas.
Errar como unha idea.
Estraño como a arte.
Anónimo,
incerto,
e esquecido,
nacendo novamente
en cada día.